Que el Sistema Educativo español no está orientado a desarrollar las capacidades emprendedoras de los estudiantes parece contrastado a la luz de los resultados que se vienen obteniendo en materia
de emprendimiento en los últimos años.
Se hace especial incidencia en el desarrollo de conocimientos, pero no se estimula e impulsa el desarrollo de otro tipo de habilidades y competencias.
De forma paralela, tampoco el seno familiar en la Sociedad española tiene una clara orientación hacia el emprendimiento y la asunción de riesgos.
El crecimiento de un país y, por ende, el estado de bienestar de sus ciudadanos, viene generado por la MICROPYME, en definitiva, por los EMPRENDEDORES que impulsan empresas y nuevos proyectos.
Así pues, nuestra Economía necesita de más emprendedores y nuestro sistema educativo, aún, no está preparado para ello.
Tomando en consideración el bagaje con el que cuentan los estudiantes durante su paso por Colegio, Instituto y Universidad (en el mejor de los casos), cuando llega el momento de que se incorporen
al mercado laboral, demandarles que creen nuevas empresas e impulsen nuevos proyectos desde cero supone un reto muy difícil de afrontar por ellos.
Si a la incertidumbre de enfrentarse por primera vez con el mundo del trabajo, con las dudas y miedos que eso implica, le unimos la “exigencia” de hacerlo desde el emprendimiento, es comprensible que
opten por opciones más “seguras”.
Tanto a nivel científico como económico, está demostrado que se puede, y se debe, trabajar e impulsar el “espíritu emprendedor” desde edades más tempranas.
Así, hay estudios que demuestran la plasticidad del cerebro humano desde la infancia para modelar habilidades y comportamientos ligados a la creatividad y a la iniciativa.
Del mismo modo, parece clara la necesidad de impulsar a nuestros jóvenes a poner en acción su talento desde su responsabilidad emprendedora como motor de la Economía del país y como
mecanismo que les permita creer en sus posibilidades y crear su propio futuro.
Como ya hemos señalado, el Ecosistema de relaciones educativas hace referencia al triángulo: Centro Educativo – Estudiante – Familia.
En este nuevo contexto, todos los agentes implicados en el proceso educativo, necesitan un nuevo tipo de enfoque y de formación. Así, además de a padres, madres y profesionales de la educación, tanto a nivel individual como a nivel de Centros, es necesario desarrollar propuestas formativas diferentes que vayan especialmente dirigidas a niños y jóvenes, y que incidan en el conocimiento de sus capacidades y en el desarrollo de sus potencialidades.
Para ello, desde TALENTIA, proponemos, sobre la base de nuestro Modelo de Desarrollo del Talento (MDT), dos vías de influencia, tanto en padres y educadores, como en los niños para liberar dichas capacidades.
- En primera instancia, el desarrollo viene marcado por el modelado de los principales referentes. Es decir, los niños tratan de imitar determinados "modelos" que les sirven de referencia para parecerse a ellos. En ese contexto, varios son los posibles modelos a seguir (referentes familiares o educativos, amigos, ídolos sociales, iconos deportivos,...), algunos coyunturales (los que quedan en el ámbito de sus relaciones de amistad y gustos del momento) y otros permamentes (los ligados a sus padres y educadores).
Precisamente, para estos referentes "permanentes", TALENTIA ha creado los Programas Padres Efectivos y Docentes Efectivos, para ayudarles a ser el mejor modelo posible, acorde a sus potencialidades.- En segunda instancia, el desarrollo, aunque con apoyo externo, viene marcado por un trabajo interior a través del cuál el niño aprende a conocerse mejor, a descubrir sus talentos y fortalezas, a marcar sus objetivos y a planificar las acciones necesarias para alcanzarlos. Ese apoyo viene definido por un proceso formativo y de acompañamiento personal. Para ello se ha desarrollado el Programa Niños Efectivos.
Conoce nuestros programas educativos a continuación.