En un proceso de coaching, el Coach actúa como espejo, ayudando a reflejar la imagen de la persona que quiere desarrollarse.
Para ello, es necesario el firme propósito y compromiso por parte de la persona que quiere operar dichos cambios y alcanzar los objetivos que se proponga.
Como se puede apreciar, el coaching puede ayudar a cualquier persona a alcanzar sus propósitos y objetivos a través de un apoyo firme y sólido que le sirva de guía, y esto, en el marco de las
organizaciones, adquiere un potencial de un valor incalculable.
Como se ha señalado, un proceso de coaching suele suponer una experiencia muy enriquecedora para el directivo que lo desarrolla, hasta tal punto que puede llegar a provocar profundos cambios transformadores.
De ese modo, tras un proceso de coaching, un directivo puede experimentar cambios en su comportamiento tales como:
- Controlar mejor las situaciones estresantes.
- Gestionar mejor sus emociones y empatizar mejor con su equipo.
- Mejorar la percepción y su capacidad de comunicación con el entorno. No hay que olvidar que el 80% de los problemas en las empresas pueden deberse a una comunicación no efectiva.
- Contrastar mejor las decisiones importantes.
- Implicar a otros en la ejecución de acciones y en la toma de decisiones.
- Fomentar la comunicación interna del equipo, mejorando como consecuencia la autoestima de los colaboradores y la autoridad del propio ejecutivo.
- Favorecer y potenciar las habilidades de sus colaboradores para la realización de los objetivos.
- Mejorar en la gestión de conflictos.
- Gestionar mejor los cambios.
- Lograr el equilibrio entre la vida personal y profesional.
Como se puede apreciar, el trabajo personalizado de desarrollo del proceso, genera un alto impacto a través de beneficios tangibles tanto en la persona como en el equipo/organización.